El pasado 15 de marzo, se conmemoró el Día Mundial de los Derechos del Consumidor, una iniciativa de la ONU para proteger los derechos de los consumidores de todo el mundo.
En una sociedad de consumo en donde todos, nos guste o no, somos consumidores, tenemos derechos básicos que deben ser respetados. Además de este hecho, las nuevas tecnologías cambian a ritmo desenfrenado, lo que ha impactado en la forma en la que consumidores, productores y comercializadores nos relacionamos. En este contexto, el lema de este año fue “Productos inteligentes de confianza” para referirse a todas aquellas maneras en las que los consumidores se relacionan con productos que consumen por medio de dispositivos inteligentes.
La relación entre la producción de alimentos y las nuevas tecnologías basadas en inteligencia artificial es una de las tendencias que se vaticinan como una revolución en la forma de producir y consumir alimentos en los años que vienen. La inteligencia artificial, dicho de manera sencilla, es la programación de sistemas computacionales para recibir datos, analizarlos y hacer una decisión informada basada en la evaluación de esos datos para realizar una tarea específica. Es, en pocas palabras, un proceso de traducción de datos a la acción. En este sentido, la forma en la consumimos alimentos está expuesta a estas tecnologías.
Por ejemplo, hoy en día es posible hacer las compras de la despensa mediante un dispositivo móvil. Basado en los hábitos de compra, muchas de las aplicaciones de comercios dedicados a la venta de alimentos son capaces de alertar al consumidor si en una lista está olvidando agregar un artículo que habitualmente consume. Incluso algunos casos famosos han sonado en Estados Unidos, donde algunos sistemas de compra por internet de los supermercados pueden sugerir qué productos comprar basados en los hábitos del cliente, incluidas las predicciones sobre cuándo sugerir el uso de algún multivitamínico en función de las deficiencias nutricionales que se encuentren en su consumo, según los artículos que compra.
En otras instancias, la inteligencia artificial también ha sido aplicada a los canales de producción, distribución y almacenamiento de alimentos. El diseño de empaques inteligentes es una de las tendencias de los próximos años, en donde se incluye, por ejemplo, nanotecnología de carbono, entre otros métodos, para determinar el tiempo de vida de un producto alimenticio y alertar sobre su consumo antes de que se haya echado a perder.
Los dispositivos también están presentes en instrumentos que han integrado el internet de las cosas a artefactos de cocina, desde un refrigerador que avisa cuando se está quedando sin leche hasta un tenedor y un plato que calculan el número de calorías consumidas por una persona. Todos estos dispositivos funcionan con la información que van recabando de los usuarios, por lo que en el Día de los Derechos del Consumidor se insta a que existan regulaciones que vayan a la par de los desarrollos tecnológicos para el uso de la información personal, desde los hábitos de compra, hasta las horas en las que un usuario come o duerme, pasando por sus preferencias de comida. Esta regulación no siempre está a la orden de los avances de la tecnología, por lo que se pone sobre la mesa el eterno debate existente ya desde hace mucho desde la sociología: los límites de lo público y lo privado son difusos y construidos socialmente en función del momento en que se viva. Los dispositivos inteligentes, sin duda, han cambiado el momento en que nos tocó vivir.
LILIANA MARTÍNEZ LOMELÍ. EL ECONOMISTA.