Los mitos transmitidos a lo largo de la historia han constituido un vínculo vivo con la creación de la Tierra y con los orígenes de la humanidad. Se transmitían de manera oral, y algunos fueron la base de la religión que surgió en esa zona. Han girado en torno a la creación del universo y de la humanidad, guerras entre dioses o las hazañas de los héroes. Desde siempre la miel y la abeja han formado parte de los grandes mitos de la humanidad y encierran una riqueza simbólica extraordinaria.
El nacimiento de las abejas: Para los griegos todos los fenómenos de la naturaleza eran de origen divino. Las abejas ejercían una verdadera fascinación y su origen misterioso se inspira de la leyenda de Aristeo: Aristeo, hijo del dios Apolo, poseía un colmenar. Pero quiso seducir a Eurídice, mujer de Orfeo, y ésta, escapando a sus proposiciones, murió de una picadura de serpiente. Orfeo para vengarse, destruyó el colmenar de Aristeo. Para calmar la ira de los dioses enojados por su falta, Aristeo sacrificó cuatro toros y cuatro novillos: de sus entrañas salieron nuevos enjambres gracias a las cuales Aristeo pudo reconstituir su colmenar y enseñar la apicultura a los hombres. Esta leyenda es relatada por Virgilio, el gran poeta latino, en los famosas Geórgicas. Como los antiguos griegos, pensaba que las abejas nacían espontáneamente de cadáveres de animales. En los textos del antiguo Egipto, las abejas nacieron de las lágrimas del Dios del Sol Ra, cayendo al suelo se transformaron en abejas, que luego construyeron panales y fabricaron miel.
Los símbolos de la abeja: Obreras de la colmena, las abejas son el símbolo de una comunidad trabajadora y próspera regida por la reina. De ahí su simbolismo real e imperial, en el antiguo Egipto asociadas al Dios Ra, y en Francia donde 300 abejas de oro fueron descubiertas en el sepulcro de Childerico I (año 481), atestiguando que la colmena era el modelo de la monarquía absoluta. Napoleón I deseaba que la abeja fuese un motivo omnipresente, en sus alfombras como en su abrigo de coronación. Pero también animadoras del universo entre Cielo y Tierra, las abejas simbolizan el principio vital, materializan el alma. En la religión griega, la abeja, a veces, es identificada a Deméter, diosa de la tierra y de las cosechas, donde representa el alma descendida a los infiernos. O el alma que se eleva del cuerpo, como en las tradiciones de Siberia, de Asia Central o entre los pueblos originarios de América del Sur.
Representación del alma: La abeja desempeña un papel iniciático y litúrgico. Es uno de los mayores atributos de la Diosa Artemisa, y sus sacerdotisas vírgenes son llamadas ‘’melisai’’ (abeja). Símbolo de resurrección, la encontramos representada en las tumbas en calidad de señal de supervivencia después de la muerte. La estación en la que desaparece -los 3 meses de invierno- es asimilada a los tres días durante los cuales Cristo muerto es invisible, justo antes de resucitar. Entre los celtas, que bebían el hidromiel, o en las tradiciones galesas, la abeja evoca las nociones de sabiduría y de inmortalidad del alma.
Las abejas simbolizan también la elocuencia, la palabra y la inteligencia. En hebreo el nombre de la abeja Dbure viene de la raíz Dbr, que significa palabra. Según relata Plinio se posan sobre la boca de Platón, de niño, “anunciando la dulzura de su elocuencia encantadora” y sobre los labios de San Ambrosio, patrón de los apicultores. Para Virgilio, poseen una parte de inteligencia divina y la célebre Pitia de Apolo era también llamada ‘’la abeja de Delfos’’. En algunos textos de la India, la abeja representa el espíritu embriagador de polen del conocimiento. Para finalizar, por su miel y por su dardo, la abeja es considerada como el emblema de Cristo: por un lado, por su dulzura y su misericordia, por el otro por el ejercicio de su justicia como juez de los hombres.
La miel: alimento primero, a la vez comida y bebida, a la imagen de la leche a la cual está frecuentemente asociada, la miel es en todas las tradiciones y en primer lugar, símbolo de riqueza y de dulzura. En los textos sagrados de Oriente y de Occidente, leche y miel corren en arroyos sobre todas las tierras prometidas. Las tradiciones Celtas celebran el hidromiel como bebida de inmortalidad. Como en la mitología griega donde es el brebaje de los Dioses del Olimpo. Símbolo de conocimiento y de sabiduría, es el alimento reservado a los elegidos, los iniciados, los seres de excepción, en este mundo como en el otro. La tradición griega quería que Pitágoras sólo se alimentara de miel.
Todos los grandes profetas se refieren a la miel en los libros. La palabra miel, representa la dulzura, la justicia, la virtud y la bondad divina. El Corán habla en términos sagrados de las abejas y de la miel: ‘’La miel es el primer beneficio que Dios dio a la Tierra’’. Virgilio llama la miel ‘’el don celeste del rocío’’. La miel vendrá también a designar la dicha suma y el estado de nirvana. Símbolo de todas las dulzuras, la miel del conocimiento funda la felicidad del hombre. La perfección de la miel la convierte en el elemento principal en numerosos rituales religiosos. Para los egipcios, proviene de las lágrimas del Dios Ra y forma parte de todas las ofrendas religiosas del Egipto faraónico. En el Islam, según el profeta, restituye la vista, conserva la salud y resucita a los muertos. Entre algunos pueblos originarios de América, desempeña un gran papel en las ceremonias y los rituales de iniciación y de purificación. Comida inspiradora, otorgó el don de la poesía a Píndaro y el de la ciencia a Pitágoras.
Ante tal importancia de las abejas a nivel mundial e histórico, se hace necesaria la concientización de la sociedad para preservar y estimular su reproducción. “La deforestación de las selvas, el uso indiscriminado de pesticidas, el crecimiento urbano desorganizado aunado a un desconocimiento de su biología, e inadecuados métodos de manejo, se han convertido en las principales amenazas para las abejas nativas sin aguijón en México (trigonas y meliponas), señala José Javier Quezada Euán, jefe del Departamento de Apicultura Tropical de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Quezada Euán, integrante de la Academia Mexicana de Ciencias, destacó que las abejas sin aguijón, principalmente la Xunan Kab, conocida científicamente como Melipona beecheeii, se han cultivado por los pueblos mayas desde hace cientos de años siendo parte esencial de la medicina tradicional, rituales y cosmogonía.
La miel que producen se usa para tratar algunas infecciones en ojos, oídos, problemas respiratorios, digestivos y de la piel. Incluso las mujeres consumen miel después del parto. Sin embargo, aún hace falta realizar más investigación sobre las propiedades curativas y antibióticas atribuidas a las mieles y resinas colectadas por estas abejas con gran potencial económico.
DELFÍN QUEZADA DOMÍNGUEZ