Los bienes y servicios ambientales con valor de uso directo son todos aquellos insumos de la naturaleza que utiliza el ser humano para hacer bienes y servicios que después vende en el mercado: alimentos, ropa, medicinas, etc.
Los mercados de bienes y servicios no siempre están en equilibrio y constantemente los precios no reflejan correctamente su valor económico. La idea principal del enfoque neoclásico en la economía, consiste en asumir que los problemas ambientales surgen de lo que se es conocido como fallas de mercado. Ante las fallas del mercado, la tarea de la Economía de los Recursos Naturales radica en proporcionar el análisis y los instrumentos que permitan corregir tales desequilibrios y asignar un valor monetario a esos bienes y servicios ambientales.
Para hacer una adecuada valoración de los bienes y servicios ambientales que se ofrecen en una economía, existen una serie de técnicas y métodos que intentan aproximarse a un precio de equilibrio. Cómo la valoración que hacen los agentes económicos de algún servicio ambiental en particular depende de su apreciación personal y de su percepción de utilidad, debemos distinguir ese valor económico entre valor de uso directo, indirecto y valor de opción.
Los bienes y servicios ambientales con valor de uso directo son todos aquellos insumos de la naturaleza que utiliza el ser humano para hacer bienes y servicios que después vende en el mercado: alimentos, ropa, medicinas, etc. Los bienes ambientales con uso indirecto son todos los insumos intermedios que se utilizan para la producción de bienes y servicios: agua purificada para procesar alimentos y bebidas, plantación de árboles para producir bienes maderables y/o para mitigar la erosión de la tierra agrícola para producir alimentos, etc. El valor de opción que tienen los bienes y servicios ambientales se refiere a la posibilidad que tienen los consumidores de decidir si consumen un recurso natural ahora o posponen y/o sacrifican su consumo, para que las siguientes generaciones lo usen en el futuro.
También se podría valorar un bien o servicio ambiental sin darle algún valor de uso, por ejemplo, a todos nos importa la conservación de la selva amazónica o la reserva de Sian Ka’an o que los osos polares y las ballenas no se extingan, simplemente porque le damos valor de existencia a esos bienes y servicios sin que los usemos para producir bienes para el mercado.
La Economía de los Recursos Naturales, típicamente utiliza cuatro métodos para valorar económicamente los bienes y servicios ambientales, que bien vale la pena conocer:
1.- Método de Costos Evitados: Sirve para calcular el costo de evitar o prevenir ciertos daños al ambiente y el costo de reemplazar a los bienes y servicios ambientales dañados o agotados en la producción de bienes que van al mercado.
2.- Método de Costo de Viaje: Sirve para calcular el costo de desplazarse hacia los lugares que proveen los servicios ambientales. Incluye costos asociados con el uso de esos bienes y los costos de oportunidad en que incurren los consumidores al desplazarse hacia el lugar donde radican esos servicios ambientales
3.- Método de Precios Hedónicos: Sirve para calcular el valor de los bienes y servicios ambientales, sumando el valor de sus características. Cómo cada consumidor asocia curvas de utilidad diferentes para cada bien o servicio, esté método asigna precios en función del placer o bienestar que otorgan esos bienes y servicios ambientales.
4.- Método de Valoración Contingente: Sirve para conocer, directamente de las personas, el valor que estarían dispuestos a pagar por consumir un determinado bien o servicio ambiental y cuanto estarían dispuestos a ser compensados por algún perjuicio o daño ambiental.
No podemos decir que alguno de estos métodos para asignar un adecuado precio a los bienes y servicios ambientales sea mejor que otro porque el uso depende de tres factores: de la situación o caso ambiental en particular, de los recursos que se estén dispuestos a gastar para aplicar algún método y de la información disponible necesaria para calcular los costos.
Lo que es cierto es que, si en verdad nos preocupa un poco el uso de los recursos naturales y su agotamiento o extinción en la producción de bienes y servicios, deberíamos aprender a asignarle precios, lo más adecuadamente posible a los bienes y servicios ambientales. Es parte de lo que deberían hacer las empresas que creen firmemente en que su obligación social no radica solamente en generar beneficios económicos, sino también, en generar bienestar a sus empleados, a su comunidad, a su país y al planeta entero.
El autor es economista y profesor de Finanzas y Economía de la Escuela de Negocios del Campus Monterrey.
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EDUARDO CARBAJAL. EL FINANCIERO