SAN MIGUEL TLANICHICO, Oaxaca.
A los productores de Lumi on (nombre en maya que significa tierra de aguacates) les llevó tres años aprender a lograr la consistencia, sabor y color adecuado de un aguacate Hass para comercializarlo a un precio justo y buscar su certificación como producto orgánico.
La contingencia por COVID-19 se convierte en una amenaza a sus ventas, al no ser un producto de primera necesidad, con el limitado poder adquisitivo de los consumidores y un mercado local donde abundan los coyotes o revendedores.
Un kilogramo de aguacate que deberían vender en 32 pesos al mayoreo, lo terminan “menudeando” a orilla de carretera en la Villa de Zaachila, pues “lo peor sería que se eche a perder”, admite Carlos Rodríguez, responsable de la comercialización de un grupo de ocho productores.
Fuente> Inforural.com