CHIHUAHUA.
El campo chihuahuense agoniza. La desesperanza se palpa en la tierra seca que no dará fruto ante la falta de lluvia, ello repercutirá en el bolsillo de cada ciudadano, tan sólo en la carne bovina el aumento será de un 66 por ciento y el frijol será un lujo, pues se cotizará en 60 pesos el kilo.
La sequía ha causado daños irreversibles, la onda cálida no dejó desarrollarse a las plantas, las cuales tampoco recibieron el agua suficiente, el panorama es desolador, pero para los agricultores la ilusión es que llueva en los próximos días para lograr levantar algo de forraje para el ganado.
El viejo refrán dice: “Aguas de mayo ni maíz pal caballo, lluvias de abril mazorcas de a mil”, sin embargo, la lluvia abandonó al campo chihuahuense y a ello se le suma el abandono de la federación, ya que no existen programas destinados al campo para hacerle frente a esta situación.
La sequía que actualmente azota a Chihuahua está catalogada como la peor desde 1951, pues aunque el estado es una zona árida con años secos, nunca como éste, cuando se transita por el mes de septiembre con pocas y dispersas lluvias.
SIN LLUVIAS NI FRIJOLES
“Los productores de temporal nos la rifamos con el clima”, comenta Eloy Loya, agricultor de Nuevo Palomas en el municipio de Santa Isabel, quien junto con los productores de la región le están rascando a la tierra hasta el final de la temporada.
En Chihuahua el promedio anual de lluvia contabilizado al 30 de agosto es de 197 milímetros, pero en Santa Isabel es de 120 milímetros, la zona es de vocación frijolera y el frijol requiere mínimo 480 milímetros de lluvia.
El panorama es desolador en las zonas agrícolas de temporal. El estado cuenta con una superficie de 447 mil 908 hectáreas donde se desarrolla la agricultura de temporal, los principales cultivos son: maíz, avena, frijol y sorgo forrajero. Los agricultores aprovecharon la humedad del mes de julio y sembraron más de 80 mil hectáreas de frijol, pero el impacto es tremendo, la pérdida es total.
Los productores de la zona de Santa Isabel, Cusihuiriachi, Carichí, Nonoava, San Francisco de Borja y Dr. Belisario Domínguez coinciden en que la lluvia no ha sido generalizada, es poca. “Las lluvias no llegaron a tiempo, poca gente alcanzó a sembrar y los que lo hicieron fue en seco, pero no nació, la semilla sigue bajo tierra”, comentó Fernando Ortega, presidente municipal de Santa Isabel.
En esta zona muy cercana a la ciudad de Chihuahua se siembran alrededor de 4 mil hectáreas de frijol, lo que se traduce en una pérdida de 60 millones de pesos, y mucho desempleo. Regularmente los capitalinos acudían a comprar frijol de manera directa a los agricultores, pero ahora no habrá venta.
La temporada de lluvia para el campo chihuahuense es del 10 de julio al 5 de agosto, pero al 21 de septiembre no ha caído el agua suficiente, la tierra se seca y la soberanía alimentaria está en riesgo.
Aarón Loya Jáquez, presidente municipal de Doctor Belisario Domínguez, señaló que para el 20 de septiembre el frijol apenas está reventando la tierra, ya no tiene posibilidad de crecimiento, floración y fruto.
Este municipio es uno de los más afectados por la sequía, los agricultores señalan que desde 1951 es la peor que han vivido, pues las primeras lluvias se presentaron el 12 de septiembre, la poca humedad empieza a hacer brotar el pasto, pero es insuficiente para el ganado.
“No ha habido el escurrimiento necesario para que se llenen las presas y el 90 por ciento de lo que sembraron no se cosechará”.
AVENA Y SORGO
Chihuahua ocupaba el primer lugar en producción de avena con la siembra de 228 mil 254 hectáreas para una producción de 2 millones 954 mil 073 toneladas que se traducen en mil 493 millones de pesos. Este cultivo tiene una pérdida total del cien por ciento.
En los terrenos secos del mancomún de San Juan y Rancho El Rosario, en el municipio de Santa Isabel, se puede escarbar un poco y las semillas siguen intactas, pues las lloviznas que se registraron no alcanzaron a mojar el terreno. No hay esperanza de que prospere. Esto es un gasto para el productor, mínimo desembolsan para comprar 100 kilogramos de avena 7 pesos por kilo para sembrar una hectárea, aunado al combustible para rastrear, preparar tierra y sembrar, así como el desgaste de la herramienta y las horas hombre.
En el municipio de Cusihuiriachi, las plantas de avena no alcanzan ni los 30 centímetros, cuando por la fecha ya debería rebasar el metro de altura y casi acabándose por la cantidad de grano “se quedó rala y con poco grano”, señaló Jaime Trujillo, residente de campo. Es incosteable cortarla, la única opción es meter algo de ganado y que se la coma.
A ello se le suma que en esta zona las heladas inician en 15 días a más tardar en 20. Los predios están pelones.
Lo grave de la situación es que no se contará con reserva estratégica de semilla de avena y frijol para el estado. Sin duda habrá poco forraje y precios muy altos. Ante esta situación crítica, la gente anda recuperando todo, el maíz seco se junta en “monos” cada rastrojo sirve para alimentar una vaca.
El director de Desarrollo Rural del municipio Doctor Belisario Domínguez, Fernando Trevizo Andrade, señaló que se sembraron mil 450 hectáreas de avena, una producción aproximada de 120 pacas por hectárea, de las cuales ninguna se salvará. De sorgo una superficie similar y toda se secó debido a que hubo poca humedad en julio y hasta el 12 de septiembre volvió a llover. La pérdida es del 98 por ciento.
EL CAMPO NO DARÁ NI MAÍZ
En la agricultura de riego todos los cultivos sufrieron afectación por la falta de lluvia, al grado que las mazorcas no alcanzaron a llenarse.
Martín Solís Bustamante, director de Fomento Agropecuario, señaló que este tipo de cultivo tiene un rendimiento de 8 a 12 toneladas por hectárea, pero en esta ocasión la sequía los dejó pequeños, se calcula que la producción se reducirá en un 40 por ciento debido a la onda cálida que está pegando. El tamaño de las mazorcas está a la mitad.
A nivel estatal se siembran 146 mil 174 hectáreas con un volumen de producción de un millón 255 mil 319 toneladas, con un valor de producción de 4 mil 525 millones de pesos. Dependiendo de la zona del estado la afectación va desde el 25 hasta el 40 por ciento. Los productores de maíz caerán en cartera vencida.
La falta de lluvias además ocasiona una mayor presencia de plagas como el gusano cogollero, araña roja, palomilla de la manzana y berrendillo. Aunado al abatimiento de los mantos freáticos que provocó la disminución de extracción de los pozos agrícolas.
En Carichí la situación no mejora, pues sembraron maíz, pero nació muy tarde. Mientras que en Nonoava sólo el 10 por ciento de los productores sembraron para tener alimento para el ganado, pero en los campos apenas si asoman unas cuentas matitas, al grado que los sembradíos se han cubierto de hierba. “Es una sequía muy severa, no sé qué va a pasar en los meses de enero, febrero y marzo”, señaló José Héctor Caro Villalobos, presidente municipal de Nonoava.
LA ESPERANZA MUERE AL ÚLTIMO
No muy lejos de ahí, sobre el tractor, Adán Jácquez Carmona, agricultor del municipio de Belisario Domínguez, hace su mayor esfuerzo para volver a preparar la tierra y volver a sembrar, ahora avena que servirá de forraje para el ganado, siempre y cuando no hiele para finales de noviembre.
El campesino sembró 7 hectáreas de frijol, pero no creció, apenas llovió el pasado 12 de septiembre y esa humedad la aprovechará, esperanzado en que caigan algunas lluvias.
Los productores sembraron por fe y esperanza, pero no son fechas para sembrar, menos con los pronósticos climáticos. Sin embargo, las pocas lluvias que cayeron animaron a los agricultores a resembrar. Uno de ellos es Adán, quien tras perder la siembra de frijol, decidió preparar de nuevo la tierra y echar semilla de avena forrajera.
“Está muy difícil para los agricultores no nos damos abasto para los costos, los insumos caros y no hay respuesta de gobierno”, señaló don Adán, quien con tristeza comentó que su esperanza es que llueva y no hele temprano.
La avena tiene un periodo de cosecha de 3 meses, sembró 20 hectáreas, tras perder 7 hectáreas de frijol y otras 7 de maíz, ahora espera levantar el forraje para el ganado.
“No perdemos la fe”, afirma don Adán, quien en cada gota de sudor deja la plegaria para que el cielo se apiade de ellos y llueva.
UN CAMPO ABANDONADO POR LA FEDERACIÓN
La preocupación de los agricultores aumenta debido a que el presupuesto federal para el campo para el 2021 está aún más recortado. Ante ello hicieron un llamado a Andrés Manuel López Obrador para que atienda la situación en Chihuahua.
“Las malas políticas del gobierno federal nos ponen en un mayor riesgo”.
Los programas de apoyo como ProAgro vieron disminuir sus bolsas a lo mínimo, para muchos la cantidad es vergonzosa cuando el objetivo era fomentar la agricultura. En 2010 recibían hasta 800 mdp, ahora la cantidad es mínima, pues sólo se apoya con 5 hectáreas.
El programa que desapareció fue el Seguro Catastrófico.
Las propuestas a la federación para la atención al campo chihuahuense enfocadas a la atención de los impactos de la sequía plantean que se cree un fondo emergente de mitigación y un programa de seguro de protección ante fenómenos climatológicos, establecer siembras de cultivo forrajero otoño-invierno. Una reserva estratégica de alimentos para consumo humano y forrajes para ganado.
Urge la declaratoria emergente de sequía a través del Fondo Nacional de Desastres.
Asimismo, destinar recursos para la agricultura de temporal con el objetivo de contar con una indemnización similar al anterior programa del Seguro Catastrófico Agrícola con mil 500 pesos por hectárea y al ganadero con 600 pesos por unidad animal.
fuente: inforural.com