Hace cinco años, en el valle de San Quintín, Baja California, más de 70,000 jornaleros y jornaleras agrícolas estallaron una huelga. Entre sus demandas, exigían un sueldo de 300 pesos diarios. Desde otras partes del país, sus colegas apoyaron esa propuesta. La Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami) fijó un sueldo para ese sector de 160.19 pesos por jornada para el 2021.

Es un paso importante el que por fin se les haya incluido en la lista de salarios mínimos profesionales, dice en entrevista Margarita Nemecio, coordinadora de la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas. Pero definitivamente es insuficiente, agrega.

La Conasami ha señalado que fijó el monto contemplando el costo de la canasta básica.

Para Lorenzo Rodríguez Jiménez, secretario general del Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros Agrícolas (SINDJA), ese monto “expresa una visión discriminatoria y excluyente”. El gobierno federal “nos presume. Dice que nuestra labor es fundamental para que la gente tenga comida en la mesa, principalmente en tiempos de pandemia. Pero no le da el valor a nuestro trabajo”, asevera.

De acuerdo con el SINDJA, “las personas jornaleras agrícolas representan el 34.8% de la población ocupada y el 75.6% de la población subordinada del sector primario”.

Noticias agridulces

El jueves fue un día ajetreado para Margarita Nemecio. La noticia agridulce del salario mínimo profesional le trajo más actividades. Antes de responder mi llamada, desde Sinaloa, platicaba con un jornalero quien cumplía cuatro días sin trabajar.

Estos meses el precio del tomate o el chile, productos que se siembran en Sinaloa, “ha bajado demasiado. Se venden hasta en 15 pesos el kilo”, me pone en contexto. “Los patrones dicen que eso no les da ganancia”.

El salario mínimo no resuelve todos sus problemas, explica la defensora de derechos de las personas jornaleras. “Esto es un tema estructural, la remuneración es sólo un eslabón dentro de toda una cadena”.

Fuente: Inforural