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lunes, abril 21, 2025

El voto rural

Como alguien dijo, el juego apenas empieza. La disputa por los espacios que serán desocupados por las elecciones de junio próximo será crucial para definir el futuro de México en lo que le resta de vida a la administración actual. La confrontación abierta que hemos visto, y vemos, entre la oposición y gobierno subirá de intensidad día con día. Hasta que sea un ruido insoportable.
Sencillos y crudos son los objetivos de los competidores. El Presidente quiere conservar su control de las Cámaras y la oposición ganar los espacios necesarios para obligarlo a negociar, principalmente la distribución de los dineros públicos. Dineros que ahora se manejan a discreción de sólo una persona. Por supuesto que hay en juego argumentos y justificaciones de ambos bandos, pero en esencia se trata del reparto de la rentas públicas.
No es de mi interés, en este espacio, juzgar el altruismo de las intenciones de los jugadores o la nobleza de los fines que aspiran alcanzar.  Solo pretendo señalar algunos aspectos interesantes respecto al voto rural que, con seguridad, influirán en los resultados de las próximas elecciones.

Bien mirado, el objetivo de quitarle al presidente el control del legislativo parece asequible si tomamos en cuenta el desgaste natural que produce el ejercicio del poder y más del tipo de poder unipersonal que ha excluido a todos los ajenos al proyecto del actual gobierno.

En lo que va de esta administración, los adversarios de la 4T han aumentado sustancialmente en la sociedad rural. Sumados los empresarios agrícolas anatemizados; los ganaderos grandes y pequeños afectados por la desaparición de programas que los apoyaban; los pescadores privados de las ayudas que recibían; las empresas agroindustriales entorpecidas y acosadas y, además, los investigadores  y académicos arrinconados y finalmente los burócratas desplazados por la severa austeridad instaurada en las secretarias relacionadas con la sociedad rural. Serán, duda una fuerza poderosa que puede frenar las ambiciones del gobierno.

También, un sinnúmero de organizaciones campesinas, de variados tamaños, alejadas de los apoyos que recibieron durante muchos años ahora ven la oportunidad de volver a resurgir, si hay un cambio en la correlación de fuerzas. Serán importantes porque tienen la experiencia y la capacidad de movilizarse a ras de tierra para enfrentar al ejercito de los servidores de la nación que operará electoralmente repartiendo apoyos y pidiendo lealtad al Presidente.

La disputa por los votos será en todo el territorio nacional y las preguntas son: ¿conseguirán los servidores  de la nación traducir en votos las dadivas?  ¿Podrán, también conseguir el favor los no favorecidos por el gobierno? ¿podrá la oposición lograr la alianzas necesarias para disputar los votos con éxito?

Claro que hay y habrá muchos factores más en los resultados finales de las elecciones de junio y por ello seguiremos con el tema a medida que avancen las campañas.

 

Elecciones: focos rojos para Morena

El partido en el poder tiene a su favor el buen posicionamiento de la marca, la popularidad presidencial, los programas sociales y la expectativa de la vacuna covid. Pero el 6 de junio no será un domingo de campo

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30 de Enero de 2021

Morena ha fijado su prioridad electoral de 2021 en conservar la mayoría en la Cámara de Diputados.

En respuesta, los impulsores partidistas y empresariales de la coalición Sí por México justifican la alianza PAN-PRI-PRD con el argumento de que sólo así pueden cerrarle el paso a la agenda de concentración de poder de López Obrador.

Pero la competencia por la Cámara de Diputados, en los 300 distritos electorales, también estará determinada por el saldo en las alcaldías y gubernaturas que habrán de pelear las coaliciones. Es el caso de la CDMX, donde a pesar de la hegemonía morenista y las buenas calificaciones de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, existe una clase media lastimada por las políticas federales que la oposición buscará representar en alcaldías que ya tiene —Benito Juárez, Cuajimalpa, Coyoacán— y en otras que fueron su dominio en otros tiempos: Álvaro Obregón, Miguel Hidalgo y Magdalena Contreras.

Existen, por supuesto, entidades donde la oposición tendrá un mero rol testimonial en la competencia por las gubernaturas, dado el arrastre morenista y sus competitivos candidatos: Marina Ávila, en Baja California; Félix Salgado Macedonio, en Guerrero; Raúl Morón, en Michoacán; Miguel Ángel Navarro, en Nayarit, y Lorena Cuéllar, en Tlaxcala.

Y, sin embargo, vaya piedras en el zapato que tendrá el partido en el poder con las impugnaciones feministas que arrastrará el guerrerense, y con la postulación de Cristóbal Arias por parte de Fuerza por México, en Michoacán. En contraste, y a menos que su campaña fuera un desastre, en Querétaro se prefigura el triunfo holgado de Mauricio Kuri, reteniendo para el PAN en esa entidad.

Hay otro grupo de entidades donde los vientos favorables para Morena podrían complicarse si los candidatos de la oposición logran sumar entusiasmo ciudadano y respaldo de los gobernadores, quienes tendrán un peso determinante.

En ese segmento se ubican Zacatecas, donde la priista Claudia Anaya Mota, de Sí por México, se enfrentará al morenista David Monreal; Baja California Sur, con el panista Francisco Pelayo Covarrubias versus el ex superdelegado gubernamental, Víctor Manuel Castro Cosío, y en Colima, donde la morenista Indira Vizcaino se enfrentará, seguramente, a la priista Mely Romero y a Locho Morán, de Movimiento Ciudadano.

Más compleja aún se asoma la batalla para Morena en seis entidades.

En San Luis Potosí, el morenismo parece haberle cedido la plaza al candidato de su aliado PVEM, Ricardo Gallardo, popular entre los sectores más desprotegidos, pero con expediente en la UIF, de Santiago Nieto. Y, por el contrario, el panista Octavio Pedroza Gaitán concita apoyos del gobierno local priista, las cúpulas de Sí por México y el empresariado.

Otra entidad reñida será Campeche, donde la morenista Layda Sansores competirá con el priista Christian Castro Bello, cuyo éxito también sería el de uno de los promotores de la alianza opositora, el dirigente nacional priista y exgobernador de la entidad, Alejandro Moreno.

La incertidumbre toma forma en Chihuahua, donde el conflicto por el agua le pegará al morenista Juan Carlos Loera, exsuper delegado de la 4T, quien trae el apoyo de las comunidades beneficiadas con los programas gubernamentales. Pero tendrá como adversaria a María Eugenia Campos, la popular alcaldesa de Chihuahua que venció en la interna del PAN al gobernador Javier Corral y a su candidato Gustavo Madero. Y si bien en Nuevo León la expriista Clara Luz Flores puede capitalizar la división del PAN, el morenismo regio no termina de adoptarla y la volatilidad del votante regio juega en su contra, abriéndole posibilidades al priista Adrián de la Garza.

La natural incertidumbre de las elecciones cobra niveles de alarma en Sinaloa, donde el sagaz gobernador priista, Quirino Ordaz, no torpedeó la candidatura de su correligionario Mario Zamora, cuyo empuje personal con el respaldo de Sí por México y empresarios podría poner en aprietos al morenista Rubén Rocha.

Pero la sorpresa más preocupante para la 4T es Sonora, donde el exsecretario Alfonso Durazo no ha encontrado la emoción electoral que esperaba, misma que ya comparte con el abanderado de la coalición opositora, el priista Ernesto El Borrego Gándara, en una entidad que no experimentó beneficios federales en materia de seguridad con el candidato morenista.

Por supuesto que Morena tiene a su favor el buen posicionamiento de la marca, la popularidad presidencial, los programas sociales y la expectativa de la vacuna covid. Pero el 6 de junio no será un domingo de campo.

Porque desde ya se prende esta decena de focos rojos para el partido gobernante, en una disputa donde contarán las estructuras partidistas, los liderazgos locales, la identidad y la calificación de los gobernadores, el factor empresarial y, por supuesto, los candidatos.

Fuente: EDUARDOG.

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