Es en mayo cuando los terrenos, los mecates, las tierras quedan listas para la siembra, libres de hierba, totalmente quemadas para esperar los primeros aguaceros y sembrar en junio.
La temporada de lluvias en el campo o llamado temporal, es lo más esperado entre los productores, y sin importar si el año anterior fue malo, hay la ilusión de que al caer los primeros aguaceros vendrá el tiempo de sembrar maíz, calabaza, frijol, pepino y otras hortalizas.
Son las lluvias de la temporada, las que la Madre Naturaleza deja caer en el verano, lo que permiten que surjan cada año esos pequeños espacios de biodiversidad que son las Milpas, sobre todo en la península de Yucatán.
Es en mayo cuando los terrenos, los mecates, las tierras quedan listas para la siembra, libres de hierba, totalmente quemadas para esperar los primeros aguaceros y sembrar en junio.
En mayo es cuando suelen darse los intercambios o ventas de semillas criollas, o quienes ya están familiarizados con las semillas híbridas buscan los paquetes tecnológicos para la siembra.
Las lluvias de junio, julio y agosto permitirán que los primeros elotes nuevos surjan en octubre y estén al tiempo del Hanal Pixán o Día de Muertos.
Pero las lluvias en el sur de Yucatán no son solamente benéficas para la Milpa, también para los cítricos como el limón, mandarina, toronja y naranja, que permitirán que las frutas estén jugosas y dulces para octubre.
También lo son para la exótica pitahaya, que florece al caer las primeras aguas y en unas semanas más abunda la fruta fresca para el caliente verano.
Con las lluvias o el temporal lo que se despiden son frutas sensibles al agua como es la ciruela, el mango, el mamey, chicozapote, la sandía que en estas fechas están dando sus últimas cosechas para dar paso a las frutas de abundante agua, como los cítricos.
El temporal, las lluvias que ofrece la Madre Naturaleza le ha permitido por años a los agricultores lograr las cosechas para su consumo y comercialización, son las épocas más importantes de la agricultura, porque aún son pocos los que cuentan con sistemas de riego.
Y sin importar la adversidad de un año antes, los productores guardan la esperanza que será mejor lo que viene.
Cada temporal, esperanza
El ciclo primavera-verano de 2020-2021 en Yucatán estuvo marcado por las fuertes lluvias, tormentas e incluso el paso del huracán, que dejó siniestradas por lo menos 30 por ciento de las más de 100 mil hectáreas agrícolas que tiene el estado para la producción agrícola de temporal.
Hablamos de productores de maíz, soya, calabaza, chile, frijol, pepino, sorgo y tomate.
Las estadísticas de la Sader reportan que Yucatán sembró en el ciclo primavera-verano 109 mil 205 hectáreas y al 31 de marzo de este 2021 se habían reportado 35 mil 244 hectáreas siniestradas.
Cuando en el mismo ciclo del año anterior de las 109 mil 200 hectáreas sembradas, solamente se habían siniestrado mil 720 hectáreas.
El ciclo primavera-verano que enmarca el temporal es cuando los productores siembran y las cosechas concluyen hasta marzo o abril del siguiente año.
Cada ciclo lo productores esperan las lluvias con la esperanza, la ilusión, el ánimo porque sea un buen temporal y puedan lograr el alimento para sus hogares y el excedente para la comercialización.
Y si las tormentas tropicales o huracanes lo permiten, estaremos disfrutando en Yucatán del elote tierno, del espelón (variedad local de frijol) de las chinas (naranja dulce), las mandarinas y jícamas en los últimos días de octubre y sobre todo en noviembre, con el Día de los Difuntos, cuando se prepare el pib (platillo local para Día de Muertos) de finados y se saboree el fresco Xec (mezcla de jícama, toronja, naranja con chile y limón).
Fuente: EL FINANCIERO