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viernes, noviembre 22, 2024

Una década crítica para hacer las paces con la naturaleza

La evidencia científica es contundente. La interferencia humana en los sistemas de soporte de la Tierra —contaminación del aire, agua y suelo, disrupción del sistema climático, cambio de uso de suelo y pérdida masiva de biodiversidad— ha llegado a un extremo que la Organización de las Naciones Unidas ha calificado como una emergencia planetaria 1. Un cambio radical es urgente. No hemos podido cumplir cabalmente ninguno de los objetivos mundiales para proteger la vida en el planeta y detener la degradación medioambiental. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, no sólo los ambientales, están bajo amenaza.

Los próximos diez años son cruciales. Esta década es nuestra última oportunidad. Tenemos diez años para hacer las paces con la naturaleza. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero dando cumplimiento al Acuerdo de París. Detener la degradación ambiental. La pérdida de la biodiversidad sólo puede revertirse si proporcionamos espacios exclusivos para la naturaleza y la restauramos. Cumplimiento estricto de los acuerdos sobre gestión segura de productos químicos y desechos. El covid-19 nos exige un enfoque de una sola salud. La salud humana está indisolublemente conectada con la de los animales, las plantas y el medio ambiente.

Necesitamos una actuación transversal, no una agenda ambiental aislada y fragmentada. El medio ambiente es la economía, es la sociedad, es la salud, es el desarrollo nacional. La relación entre la ciencia y la política es la base de las políticas sustentables. Tenemos que transformar nuestra relación con la naturaleza. La Tierra ya no tiene la capacidad de sustentar nuestro bienestar ni el de las generaciones futuras.

El momento actual de la pandemia, absolutamente relacionado con nuestra forma incorrecta e inaceptable de  convivir con la biodiversidad, debe dejarnos claro que sería un error inaceptable regresar a las mismas formas de vida y crecimiento económico que nos tendrán en un estado de vulnerabilidad permanente. Hoy debe ser evidente que el desarrollo, si no es sustentable, no es.

La intervención de la Judicatura en esta emergencia planetaria es toral. Los jueces, en cualquier instancia, debemos ser absolutamente conscientes de nuestro papel como agentes de cambio hacia el futuro sostenible. Incorporar en nuestras decisiones las metas globales medioambientales, diseñar e imponer medidas cautelares efectivas para prevenir los daños ambientales, buscar mecanismos procesales innovadores para facilitar la producción de pruebas sobre riesgos y daños ambientales, y seguir pensando en cómo deben ser los efectos de las sentencias sobre responsabilidad ambiental para poder garantizar la reparación de los servicios ecosistémicos. Tener muy presente la grave situación que enfrentan los defensores ambientales y contribuir, de cualquier manera, a la creación de un entorno propicio para la defensa del medio ambiente.

Hoy, más que nunca, los jueces del mundo debemos dialogar. Nuestra responsabilidad de detener el deterioro medioambiental no conoce fronteras. Exige una actuación coordinada. La Comisión de Derecho Ambiental Mundial de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y el Instituto Judicial Mundial para el Medio Ambiente son referentes obligados. Las decisiones a favor del medio ambiente no se dejan ver inmediatamente, imponen límites, no son populares. La contribución de los juzgadores del mundo como integrantes de poderes con la permanencia necesaria para tomar este tipo decisiones es crucial.

*Ministra de la SCJN

 

1. El informe del Programa de las Naciones   Unidas para el Medio Ambiente Hacer las paces

           con la naturaleza puede consultarse en el sitio:

https://wedocs.unep.org/xmlui/bitstream/   handle/20.500.11822/34949/MPN_ESSP.pdf

Fuente: EXCÉLSIOR

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