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Aunque cada temporada de uva es diferente, esta ha sido particularmente inusual debido a la incertidumbre en la demanda. “Antes del comienzo de la temporada, todos los productores en México estaban muy asustados, ya que no sabían si su producto se iba a mover”, dice Miky Suárez, fundador y director general de MAS Melons & Grapes. “La mayoría de los restaurantes estaban cerrados, todos los eventos públicos fueron cancelados, y mucha gente se quedó sin trabajo, lo que ha sido muy preocupante en los meses previos a la temporada de uva mexicana”.
El comienzo tardío fue una ventaja
Cinco semanas después, comenzó la cosecha en el norte de México. “Comenzó a mediados de mayo, un poco más tarde de lo normal”, comenta Suárez. Sin embargo, el retraso del comienzo fue útil, ya que para entonces la mayoría de los inventarios en el mercado se habían liquidado. “Cuando empezó México, no quedaba mucha oferta en el mercado porque la temporada de uva chilena había terminado”.
“Resumiendo, lo que comenzó como una temporada aterradora, terminó siendo bastante similar a una temporada de más de 20 millones de cajas con sus desafíos normales”, explica Suárez. Los desafíos normales suponen mover un volumen muy grande de uvas en un corto período de tiempo, ya que la temporada duró alrededor de siete semanas. La producción total de uva mexicana terminó siendo casi un millón de cajas mayor de lo previsto inicialmente. “El USDA en Nogales hizo un gran trabajo intentando mantenerse al día con la carga de trabajo de inspeccionar millones de cajas de uvas. Debido a la pandemia, hubo escasez de inspectores, pero se hizo lo que se pudo para limitar los retrasos”.
Entonces, ¿qué ha hecho que esta temporada sea diferente de cualquier otra? “En mi opinión, la gran diferencia es que ha sido muy difícil de planificar con antelación. No sabíamos lo que iba a pasar, pero al final hemos podido tener una temporada con buena actividad y movimiento”, reconoce Suárez.
Fuente: Inforural.com