Hubo reducción del presupuesto al sector y ahora tiene 75 por ciento menos que en 2015: Julia Carabias / Después de la pandemia, quedan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad por resolver, añade.
Aunque no había sido dimensionada, la emergencia por COVID19 se veía venir. De ésta se podría sacar un buen conjunto de lecciones para optar por otro tipo de desarrollo diferente al no sustentable y que nos puso en esta situación, señaló Julia Carabias, una de las medioambientalistas más importantes del país.
“No obstante, no creo que cambie la conciencia general de toda la población del planeta, que sería el mejor legado de la pandemia, pero al menos en muchos sectores está habiendo un proceso de reflexión”. La científica recuerda que las sociedades se detuvieron a causa del coronavirus de maneras que no imaginamos, por lo que es una pauta para poner en marcha mejores formas de desarrollo, las cuales no son una incógnita. Sabemos qué hay que hacer, paradójicamente, ni en México ni en el mundo entero se han tomado las suficientes medidas.
Durante su videoconferencia “Los retos del Desarrollo Sustentable”, realizada dentro de la Conferencia Sor Juana Inés de la Cruz para Mujeres Académicas, Científicas y Artistas de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), la integrante de El Colegio Nacional enfatizó que la pandemia por COVID es un gran tema y deja lecciones que deberemos aprender para afrontar los siguientes temibles retos para la humanidad: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. “Son situaciones que se expresarán de manera distinta, pero con consecuencias semejantes”.
Recordó que el ser humano extrae mucho más de la naturaleza de lo que ésta puede reponer, además de que estamos desechando más de lo que puede absorber. Documentos de todo el mundo, resumidos en el Global Synthesis Report de la ONU, no dejan duda de que “no vamos bien” y que “nos estamos excediendo en el uso de la naturaleza”.
Los patrones de consumo de las sociedades, el crecimiento poblacional y el desarrollo económico en detrimento del medio ambiente han alterado los ecosistemas y propiciado su desequilibrio. Como resultado de esto tenemos la actual pandemia, agregó Carabias Lillo.
“Entre el 30 y 50 por ciento de la tierra ha sido explotada, deforestando selvas tropicales, principalmente, se pierden hábitats de especies, se desvían ríos para la construcción de presas; más de la mitad del agua dulce ya es utilizada; el ganado alcanza 1400 millones de cabezas, lo cual es irracional (…)
“Las pesquerías han removido el 25 por ciento de la producción primaria y el 35 por ciento en aguas continentales; la energía aumentó 16 veces en el siglo XX, ha sido el motor de desarrollo utilizado de forma irracional basado en combustibles fósiles; utilizamos más nitrógeno en los fertilizantes de lo que puede fijar el planeta en el suelo. La agricultura incrementó los gases de efecto invernadero que alcanzan los niveles más altos de los últimos 400 mil años”.
Todo esto no quiere decir que la época actual haya sido el primer momento en la historia del planeta en que se incrementó la temperatura, apuntó la académica, pero sí que se ha acelerado como nunca antes a consecuencia del ser humano.
Tan sólo el cambio de uso de suelo, la deforestación, la extracción, el consumo de organismos y sus partes, la contaminación, la introducción de especies invasoras y el cambio climático son los grandes factores directos de la pérdida de biodiversidad, añadió.
“El planeta y la vida seguirán, pero no como la conocemos ni en las condiciones bajo las cuales evolucionamos como especie. Comenzamos a romper círculos de los límites planetarios y se pone cada vez peor”.
LIMITACIONES.
Pero, ¿por qué es tan difícil de entender en las sociedades este brutal diagnóstico e implementar acciones para remediarlo? La científica refirió que se debe a que la sociedad no se da cuenta de los beneficios de las interacciones de los ecosistemas con su bienestar porque no lo ve como un proceso que la involucra, sino como compartimentos desligados.
Por ejemplo, el cambio de uso de suelo tiene un impacto en el cambio climático, así como la pérdida de biodiversidad y éstos a su vez en la pérdida de agua y degradación del suelo. “La vida está hecha a base de procesos, no de cajas”.
La agricultura, otro ejemplo, no puede verse sólo desde el punto de vista agropecuario, donde campesinos producen cultivos o ejercen la ganadería, puesto que en México son además los sueños de la biodiversidad: todo el territorio está distribuido entre ejidos, comunidades indígenas o pequeña propiedad. “No podemos seguir como vamos, sino hacer un uso sustentable y contribuir al desarrollo nacional con un buen manejo de recursos naturales que además reduzca la pobreza”.
En México, apuntó, ha habido avances en los últimos años, hay programas contra cambio climático o estrategias para preservar la biodiversidad, pero se requiere mayor conciencia individual y colectiva, políticas públicas y una sociedad civil integrada. Aquí es cuando el país se topa con las limitaciones para lograr objetivos para el desarrollo sustentable y protección del medio ambiente:
Ha habido una disminución del presupuesto y actualmente el sector tiene 75 por ciento menos que en 2015; no se cumple el marco normativo y no hay instituciones fuertes, además de que las experiencias exitosas no se convierten en políticas públicas. “Hay un retroceso en la gestión medioambiental en muchos estados porque si hay falta de interés en el nivel federal repercute en el resto del país”.
Julia Carabias enfatizó que para todos los problemas medioambientales en México y el mundo hay investigación científica, instituciones y soluciones, sin embargo, se necesita de voluntad para acelerar su uso. Las metas de un mundo sustentable quedan claras en la Agenda 2030 de la ONU, sin embargo, no se están alcanzando a la velocidad necesaria. “Lo podemos lograr, lo que me preocupa es cuándo, puesto que mientras más nos retrasamos es cada vez más difícil”.
Fuente: Inforural