Lo que se veía venir ocurrió
Los movimientos políticos pesaron más y la esperanza de transformar, ordenar, impulsar e inspeccionar al sector pesquero en esta cuarta transformación se van diluyendo.
En 2018, cuando llegó la nueva administración, la esperanza entre pescadores, industriales, investigadores y algunas organizaciones civiles era que habría ordenamiento, inspección, vigilancia, actualización, investigación.
En Yucatán, donde se captura la mayor cantidad de pulpo, donde el mero es prácticamente de exportación, donde la langosta es codiciada en la riviera, donde el pepino de mar es de alto valor, la esperanza porque habría una verdadera inspección y vigilancia, que frenara el furtivismo, la captura y venta ilegal de las pesquerías en veda, encabezaba la lista.
El anhelo por un ordenamiento de las embarcaciones, por saber cuántas son y de quiénes, por regularizar permisos, por tener estudios disponibles y actualizados se difuminan cada vez más.
¿La razón?
Pasaron dos años con Raúl Helenes Angulo, como comisionado nacional de pesca, y no hubo mayor avance, no a la vista pública y dejó su cargo para irse como suplente de senador por Sinaloa.
Ocupó por dos años la encomienda de transformar, ordenar e impulsar al sector que en los diferentes litorales del país, y no hubo mayor avance en el freno de la pesca ilegal, en la investigación, en el ordenamiento de embarcaciones, en la acuacultura.
Revisemos
En Yucatán, con problemas de furtivismo en pepino, pulpo, mero y caracol, las respuestas a la demanda de mayor inspección y vigilancia, eran que estaban ‘limpiando’ de inspectores corruptos, pero los cambios no llegaban, porque no había recursos para liquidar a los ‘corruptos’.
Por años se trabajó en los llamados convenios de inspección entre Conapesca y Marina para frenar el furtivismo, pero no prosperaron, siempre se señaló a los inspectores como coludidos con la mafia.
Si llegara a mejorar la inspección y vigilancia, será porque el Congreso de la Unión avale la iniciativa de ley para que la Marina sea la que controle al cien por ciento la revisión en tierra y mar.
Esto significa que hasta ahora no hay avance en la materia y por eso hay inventarios falsos de pulpo con 300 toneladas o siguen vigentes los inventarios de pepino de mar, aunque van dos años sin tener temporada de captura.
En cuanto a la investigación, es otro gran pendiente. La Carta Nacional Pesquera que debe actualizarse cada año, con estudios para cada pesquería, resulta que no ha sido actualizada en ocho años.
Esto significa que no se han hecho los estudios; la explicación es que no hay recursos.
Nuevamente en Yucatán, se carecen de estudios de mero recientes, que fortalezcan el análisis del deterioro de la pesquería.
Se carece de estudios de pulpo y langosta recientes, sobre su comportamiento y biomasa.
Y en caracol o pepino de mar, especies en veda permanente, no hay estudios recientes, para saber el impacto de la pesca furtiva.
Tan sólo en dos elementos como es la inspección-vigilancia y la investigación, a la luz pública no hay avance.
Si revisamos el ordenamiento, se sigue sin saber cuántas embarcaciones hay y de cuántos pescadores, así como de quiénes tienen permiso y quiénes no.
La esperanza y la ilusión por transformar al sector pesquero, plagado de irregularidades desde la cabeza de sector que es Conapesca, pareciera desdibujarse con los cambios de funcionarios, que pocos resultados se vieron y mucho sirvió de trampolín.
Quedan dos años de Gobierno y la pregunta sigue siendo si dará tiempo.
Cada eslabón del sector, incluido el Gobierno podría engranar para llegar por lo menos, a una eficiente inspección y vigilancia, en el que se frene el furtivismo que se fomenta por quienes compran fuera del marco legal.
Y de perdido, que los consumidores tengamos la certeza que el ceviche que disfrutamos sí es de mero y no es de basa importado de Asia, como lo ha evidenciado la organización Oceana.
Fuente: EL FINANCIERO.