El uso del agua para fines agrícolas es un tema central en cualquier debate sobre los recursos hídricos y la seguridad alimentaria. En promedio, en la agricultura se ocupa el 70% del agua que se extrae en el mundo.
Debido al aumento de la población, la urbanización, la industrialización y el cambio climático, se debe de impulsar una mejora sustancial en la eficiencia en el uso del agua en todos sus destinos: en las ciudades existe una gran deficiencia en los sistemas de distribución y drenaje que debe de atenderse y, en el campo, se debe promover el uso de sistemas de riego presurizados, de alta tecnología, que permitan un uso más eficiente del recurso que al final se transforma en alimentos. Aunado a ello, se requiere una verdadera labor de concientización a toda la población, generando una cultura de cuidado del agua en nuestro país; adicionalmente, es importante y urgente un Plan Nacional Hídrico que considere también la captación y almacenamiento eficiente de este vital insumo.
Se espera que la competencia por los recursos hídricos aumente en el futuro, poniendo especial presión sobre la agricultura, ante lo cual, es mejor que nos preparemos, en lugar de esperar a que esto suceda, ya que, si limitamos el uso de este vital líquido para la agricultura, los efectos serán para la población, reflejado en menos disponibilidad de alimentos y a más alto costo.
El agua en la agricultura seguirá cumpliendo una función fundamental en la seguridad alimentaria mundial: se estima que para el 2050 la población en el planeta será de aproximadamente 10 mil millones de habitantes y para ello será necesario aumentar la producción de alimentos en al menos un 50 al 70%. Lo anterior, como consecuencia del aumento en los ingresos en gran parte del mundo en desarrollo, que se reflejará en incrementos en el consumo de proteína animal, cuya producción dependerá, a su vez, de mayores volúmenes de granos forrajeros y, en general, de la necesidad de mayores volúmenes y variedad de alimentos.
El crecimiento de la producción de alimentos no será a expensas de la expansión de las tierras agrícolas, la agricultura tendrá que intensificarse y ser más productiva por hectárea de cultivo, por unidad animal y particularmente por metro cúbico de agua utilizado.
Dado que la agricultura de riego es, en promedio, al menos dos veces más productiva por unidad de tierra, representa un importante amortiguador contra el aumento de la variabilidad climática, y permite la diversificación de los cultivos con menor riesgo, por lo que, sin duda alguna, el riego seguirá siendo clave para la seguridad alimentaria y nutricional en el mundo.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su Artículo 4º, señala que toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible; este mismo artículo establece el derecho a la alimentación que señala que toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, lo cual será garantizado por el Estado.
A primera vista, las proyecciones anteriores, tanto para el agua, como para la seguridad alimentaria parecen contradictorias; aumentar la eficiencia en el consumo de agua para todos los usos es fundamental, para garantizar la disponibilidad de este vital recurso en el futuro, para lo cual se deben impulsar proyectos de inversión en infraestructura y en el uso de tecnologías de punta, que permitan lograr un mayor aprovechamiento y eviten las grandes pérdidas que se generan en el proceso de manejo y distribución y que, esto, a su vez, permita que el derecho del acceso y disposición al agua y a los alimentos para toda la población puedan ser atendidos.
Fuente: Luis Fernando Haro/ Director General del Consejo Nacional Agropecuario