BOLETÍN DE PRENSA. BANCO MUNDIAL.
El futuro de los precios de los productos básicos dependerá del ritmo de recuperación y contención relativo a la COVID-19.
CIUDAD DE WASHINGTON, 20 de abril de 2021. Los precios de los productos básicos continuaron su recuperación en el primer trimestre de 2021, y se prevé que se mantendrán cercanos a los niveles actuales a lo largo del año, gracias al repunte de la economía mundial y a las mejoras en las perspectivas de crecimiento, según la publicación semestral Commodity Markets Outlook (Perspectivas de los mercados de productos básicos) del Banco Mundial.Sin embargo, el panorama futuro depende en gran medida de los avances en la contención de la pandemia de la COVID-19, así como de las medidas normativas de apoyo que adopten las economías avanzadas y las decisiones de producción de los principales generadores de productos básicos.
Se estima que este año los precios de la energía aumentarán, en promedio, más de un tercio respecto de los valores de 2020, y que el petróleo se ubicará en un valor medio de USD 56 por barril. Se prevé que los precios de los metales aumentarán un 30 %, en tanto que los precios de los productos agrícolas se incrementarán casi un 14 %. Gracias al repunte de la actividad económica, así como a algunos factores específicos de la oferta, en particular en los sectores del petróleo, el cobre y algunos alimentos básicos, casi todos los precios de los productos básicos han superado los niveles previos a la pandemia.
“Hasta el momento, el crecimiento mundial ha sido superior a lo previsto, y las campañas de vacunación ya están en curso; estas tendencias han impulsado el alza de los precios de los productos básicos. Sin embargo, es imposible predecir cuánto durará la reactivación”, señaló Ayhan Kose, vicepresidente interino de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones, y director del Grupo de Perspectivas del Grupo Banco Mundial. “Los mercados emergentes y las economías en desarrollo, sean importadoras o exportadoras de productos básicos, deben fortalecer su resiliencia a corto plazo y prepararse para la posibilidad de que el crecimiento pierda impulso”.
Tras los mínimos históricos alcanzados durante la pandemia, se observa una recuperación de los precios del petróleo crudo, respaldada por el acelerado repunte de la economía mundial y los continuos recortes a la producción promovidos por la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus socios. Se espera que la demanda se fortalezca durante 2021, a medida que aumente la disponibilidad de vacunas —en particular en las economías avanzadas—, se flexibilicen las restricciones impuestas durante la pandemia y se consolide la reactivación mundial. Se prevé que los precios se ubicarán en un promedio de USD 60 por barril en 2022. Sin embargo, si las medidas de contención de la pandemia no prosperan, una nueva disminución de la demanda podría ejercer presión sobre los precios.
Se estima que los precios de los metales retrocederán parcialmente respecto de los aumentos de este año, a medida que el crecimiento generado por los estímulos pierda su fuerza en 2022. Si algunas de las principales economías emergentes retiran los estímulos antes de lo previsto, los precios podrían inclinarse a la baja; sin embargo, la implementación de un importante programa de infraestructura en Estados Unidos podría ayudar a sostener los precios de los metales, entre ellos los del aluminio, el cobre y el mineral de hierro. Por otra parte, intensificar el avance de la matriz energética mundial hacia la descarbonización también podría fortalecer la demanda de metales.
Los precios agrícolas han aumentado sustancialmente este año, en particular los de los productos alimentarios básicos, a raíz de la disminución de la oferta en América del Sur y la fuerte demanda de China. No obstante, la mayor parte de los mercados mundiales de alimentos básicos siguen estando adecuadamente abastecidos en comparación con los niveles históricos, y se prevé que los precios se estabilizarán en 2022.
Si bien los precios mundiales de los alimentos básicos han permanecido sin cambios en el último tiempo, siguen surgiendo pruebas que confirman la relación entre la COVID-19 y el aumento de la inseguridad alimentaria, y se prevé que dichas repercusiones se extenderán durante 2021 y 2022. Cada vez más países se enfrentan a crecientes niveles de inseguridad alimentaria grave, y esto echa por tierra años de progresos en materia de desarrollo.
“A pesar de que los mercados de los productos alimentarios básicos están bien abastecidos a nivel mundial, la COVID-19 ha tenido profundas repercusiones sobre los mercados alimentarios y laborales locales en todo el mundo y ha reducido los ingresos; esto ha alterado el normal funcionamiento de las cadenas de suministro y ha agravado la crisis de seguridad alimentaria y nutricional que ya venía desarrollándose aun antes de la llegada de la pandemia”, añadió Kose. “Es momento de que los responsables de la formulación de políticas adopten medidas para atacar las causas básicas de la inseguridad alimentaria”.
En una de las secciones destacadas de la publicación se investigan las repercusiones de los drásticos cambios en los precios de los metales sobre los países exportadores. Los metales, en particular el cobre y el aluminio, son una de las principales fuentes de ingresos por exportaciones para un 35 % de los mercados emergentes y las economías en desarrollo, y revisten una gran importancia en lo referido al crecimiento económico, la estabilidad macroeconómica y, por ende, la reducción de la pobreza. Dado que los precios de los metales responden principalmente a la demanda internacional, estos países pueden verse sumamente afectados por las recesiones mundiales, que pueden generar caídas tanto en los precios de los metales como en los ingresos por exportaciones. Las ganancias extraordinarias derivadas de los altos precios de los metales, que en general se extienden poco en el tiempo, deberían reservarse para enfrentar los efectos negativos y a más largo plazo de las disminuciones de los precios, que justificarían la adopción de políticas de apoyo.
“Las fluctuaciones en los precios de los metales responden principalmente a factores de la demanda externa, como los ciclos de recesión y recuperación de la economía mundial”, dijo John Baffes, economista superior del Banco Mundial. “Durante una recesión, los exportadores de metales podrían verse perjudicados tanto por la situación de crisis general como por el desplome de los precios. Las pérdidas de producción asociadas con la caída de los precios son superiores a las ganancias derivadas de los aumentos de los precios, y los responsables de la adopción de políticas deben estar preparados para enfrentar estas situaciones”.
El Banco Mundial, una de las principales fuentes de financiamiento y conocimientos para los países en desarrollo, está adoptando medidas rápidas y de amplio alcance a fin de ayudar a dichos países a enfrentarse a los efectos sanitarios, sociales y económicos de la COVID-19. Esto incluye USD 12 000 millones para ayudar a los países de ingreso bajo y mediano a adquirir y distribuir vacunas, pruebas y tratamientos para la COVID-19, y a reforzar los sistemas de vacunación. Este financiamiento se basa en la respuesta más amplia del Grupo Banco Mundial frente a la COVID-19, que está ayudando a más de 100 países a reforzar los sistemas de salud, apoyar a los hogares más pobres y crear condiciones de respaldo para mantener los medios de subsistencia y los empleos de las personas más afectadas.