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jueves, marzo 28, 2024

“Nos sentimos con la soga al cuello”: tortilleros del sur

Los tortilleros están comprando la tonelada de maíz del Bajío o Sinaloa hasta en 7 mil pesos, cuando antes de la pandemia el precio era de 5 mil 400. “Estamos sufriendo la voracidad de las empresas gaseras: Gas Tomsa, Gas Mundial, Ultragas y Sonigas le han subido cuatro pesos al litro durante la contingencia”, denuncian.
En Guerrero se tienen registrados 6 mil 500 industriales de la masa y la tortilla.
La sombra de un aumento en el precio del kilo de la tortilla y del cierre de establecimientos del ramo llegó al sur del país, y en especial a Guerrero, uno de los estados con mayor pobreza en México…

Además de un incremento en la tonelada de maíz durante la crisis del COVID-19 —denunciado por este diario desde hace unos días—, en esa región se sumó un repunte en el costo del litro de gas LP mayor al 40%.

“Estamos sufriendo la voracidad de las empresas gaseras: Gas Tomsa, Gas Mundial, Ultragas y Sonigas le han subido cuatro pesos al litro durante la contingencia: primero 2 pesos, después un peso, luego otro. Ni Profeco ni las Secretarías de Economía o Energía las han podido meter en cintura”, dijo en entrevista con este diario Arcadio Castro Santos, líder de los industriales de la masa y la tortilla en el estado.

“El precio pasó de 5.50 a 9.50 litro. Y, además, se pusieron de acuerdo: si un tortillero se surte con alguna de estas compañías ya no puede cambiar. Es un oligopolio y nos sentimos desamparados. Si los combustibles han bajado, ¿por qué los gaseros no son solidarios con nosotros y se están aprovechando en estos momentos tan difíciles?, ¿por qué se han sumado a los abusos las harineras y maiceras? Muchos, vamos a tronar”.

En territorio guerrerense operan al menos 6 mil 500 tortillerías… Por denunciar los atropellos a nivel local, Castro padeció represalias: todas las gaseras se negaban a surtirle; debió intervenir el delegado de Profeco. “Pero para frenar el precio, no ha podido”.

Antes, Crónica había lanzado la alerta en otras entidades del centro de México, como la CDMX y el Edomex.

“Tenemos desabasto, no hay maíz en Guerrero. Maiceras como Cargill, Gramosa y Cedillo, que son las que han acaparado el mercado en la entidad, justifican el aumento con la subida del dólar y dicen que el maíz se cotiza en la bolsa de valores. Tienen acopiadas miles de toneladas de la cosecha del año pasado y, en todo caso, no tendrían por qué incrementarla hasta acabar con la reserva, pero no les importó”.

Los tortilleros están comprando la tonelada de maíz del Bajío o Sinaloa hasta en 7 mil pesos, cuando antes de la pandemia el precio era de 5 mil 400.

“Algunos campesinos que de manera directa nos vendían maíz, ya lo ocultaron también, por la especulación generalizada”.

—Hace unos días el presidente presumió que la empresa Maseca —principal distribuidor de harina de maíz a nivel nacional- se había comprometido a no subir el precio durante la emergencia…

—No nos benefició en nada, porque antes de que se desatara la enfermedad Maseca incrementó la tonelada hasta en 800 pesos, se fue al tope, así qué chiste. Y además en Guerrero las tortillerías sólo ocupamos el 20 por ciento de harina de Maseca y 80 por ciento de maíz puro nixtamalizado. Como una medida urgente y extrema, los industriales sureños pidieron apoyo a las autoridades guerrerenses para gestionar ante Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) la compra de maíz: en días pasados se obtuvieron mil toneladas, cuyo valor fue sufragado por el gobierno local.

“Ha sido un esfuerzo único, porque Segalmex no ha vendido en ningún otro estado. Al parecer, la institución tiene 70 mil toneladas almacenadas, no es mucho, pero serviría de algo a los industriales de la masa y la tortilla en el país. Ojalá nos pudiera vender de forma emergente, al menos para sobrevivir, evitar cierres y estabilizar el precio. Ya cuando venga la cosecha de Sinaloa, ellos pueden volver a comprar, pero mientras, nos dan un poco de batería”.

—¿Qué se ha hecho con esas mil toneladas?

—Vamos a la mitad del reparto. La siguiente semana repartiremos en las regiones de La Montaña, Tierra Caliente, Centro y Costa Chica. El criterio es darle a quienes tienen una o dos tortillerías, y en las regiones más pobres del estado. Serán porciones pequeñas, sabemos que se pulverizará el apoyo, pero se trata de posponer los cierres, de amortiguar el colapso. El hambre nos ha obligado a salir a buscar opciones.

—Fue medida desesperada…

—Sí, una píldora que quitará el dolor de cabeza unos días, pero se requieren acciones inmediatas de parte del gobierno federal para salvar la alimentación básica en la mesa de las familias mexicanas, que es la tortilla.

En Guerrero, el precio del kilo de tortilla está liberado: en los centros comerciales se vende a 10.50 u 11 pesos, en la mayoría de las tortillerías entre 17 y 18 pesos, aunque en municipios como Zihuatanejo y Acapulco alcanza los 20 pesos.

—¿Se han detectado aumentos? -se le preguntó a Castro Santos.

—Estamos resistiendo, principalmente por el compromiso moral con la gente; incluso hay un plan piloto para repartir kilos de tortilla en las casas más pobres, entre los desempleados, ya repartimos 2 mil kilos gratuitos, pero la economía se va mermado y…

-¿Hasta cuándo podrán resistir?

-La liga se puede romper en cualquier momento. Estamos proponiendo a algunos diputados que nos paguen el flete para traer maíz del Bajío, es una opción, porque el flete nos encarece mucho. En Guerrero no tenemos ni bodegas. Estamos muy olvidados, no hay quien nos escuche, nos sentimos con la soga al cuello…
Fuente: Inforural.com

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