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El científico mexicano obtuvo el Premio Nobel de Química en 1995 junto con el estadounidense Frank Sherwood Rowland y el holandés Paul Crutzen, por haber advertido al mundo sobre el peligro del adelgazamiento de la capa de ozono.
Mario Molina nació en la Ciudad de México en 1943.
Se graduó como ingeniero químico en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1965; posteriormente realizó estudios de posgrado en la Universidad de Friburgo, Alemania y recibió un doctorado en Fisicoquímica de la Universidad de California, Berkeley, en Estados Unidos.
Fue un pionero y uno de los principales investigadores a nivel mundial de la química atmosférica.
Fue coautor, junto con F.S. Rowland en 1974, del artículo original prediciendo el adelgazamiento de la capa de ozono como consecuencia de la emisión de ciertos gases industriales, los clorofluorocarburos (CFC), que les mereció el Premio Nobel de Química en 1995.
Asimismo, sus investigaciones y publicaciones sobre el tema condujeron al Protocolo de Montreal de las Naciones Unidas.
El profesor Molina y su grupo de investigación publicaron una serie de artículos entre 1976 y 1986 que identificaron las propiedades químicas de compuestos que juegan un papel esencial en la descomposición del ozono de la estratosfera.
Después demostraron en el laboratorio la existencia de una nueva clase de reacciones químicas que ocurren en la superficie de partículas de hielo incluyendo aquellas que están presentes en la atmósfera. También propusieron y demostraron una nueva secuencia de reacciones catalíticas que explican la mayor parte de la destrucción del ozono en la estratosfera polar.
Fue profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en el periodo 1989-2004; profesor e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México entre 1967 y 1968; de la Universidad de California, Irvine, entre 1975 y 1979 y del Laboratorio de Propulsión a Chorro del Instituto Tecnológico de California (CALTECH) en el periodo 1982 a 1989.
Molina fue miembro de la Academia Nacional de Ciencias y del Instituto de Medicina de los Estados Unidos, y durante ocho años fue uno de los 21 científicos que formaron parte del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología del Presidente Barack Obama (PCAST); previamente había estado en el mismo Consejo del Presidente Bill Clinton.
Los científicos pueden plantear los problemas que afectarán al medio ambiente con base en la evidencia disponible, pero su solución no es responsabilidad de los científicos, es de toda la sociedad”.
También fue miembro distinguido de la Pontificia Academia de las Ciencias del Vaticano, del Colegio Nacional, la Academia Mexicana de Ciencias y la Academia Mexicana de Ingeniería, entre otras.
Recibió numerosos galardones, incluyendo más de 40 doctorados Honoris Causa, el Premio Tyler de Energía y Ecología en 1983, el Premio Sasakawa de las Naciones Unidas en 1999, el Premio Nobel de Química en 1995, el Premio Campeones de la Tierra que otorga Naciones Unidas y es el primer mexicano en recibir la Medalla Presidencial de la Libertad de Estados Unidos.
Fue investigador de la Universidad de California en San Diego (UCSD), donde formó parte del Departamento de Química y Bioquímica y del Instituto de Oceanografía SCRIPPS..
En México, presidió desde 2005 un centro de investigación y promoción de políticas públicas que lleva su nombre, donde realiza estudios estratégicos sobre energía y medio ambiente, particularmente en los campos de cambio climático y calidad del aire.
En los limosos años, el doctor Molina investigó la química de la contaminación atmosférica en la baja atmósfera y estuvo involucrado en trabajos interdisciplinarios colaborando con expertos para enfrentar el problema de la degradación de la calidad del aire en las grandes ciudades del mundo, realizando importantes aportes al conocimiento y la solución de la contaminación atmosférica de la Zona Metropolitana del Valle de México.
Con información del Centro Mario Molina para Estudios Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente y El Colegio Nacional.
fuente> pol[itico.mx