¿Qué es lo primero que se viene a la mente al escuchar “perspectiva de género”? Inicialmente, la respuesta probablemente sea algo relacionado con el feminismo, las marchas o la violencia de género, pero la realidad es que esta idea va mucho más allá.
En una sociedad como esta, es común pensar en los temas de género como algo separado del resto de las cuestiones sociales, y más específicamente como problemas que solo afectan a mujeres. Pero esto no podría estar más alejado de la realidad, ya que la perspectiva de género es un elemento que debe de ser incorporado en todas la problemáticas, empezando por algo tan básico como el acceso al agua.
Hoy en día, la falta de acceso al agua es uno de los mayores problemas que enfrentan los mexicanos, en donde más de 44 millones de personas no cuentan con acceso a este servicio dentro de sus hogares, y 4 de cada 10 mexicanos carecen de acceso diario a agua potable.
A simple vista podría parecer que la crisis del agua es un fenómeno que afecta a todas las personas por igual, pero al analizar la problemática desde una perspectiva de género se puede ver que este es un fenómeno que afecta a las mujeres en mayor medida que a los hombres. Esto es verdad especialmente para aquellas que se encuentran en contextos rurales y que pertenecen a los sectores más pobres de la sociedad.
La maestra Yolanda García define la perspectiva de género como un “enfoque teórico y político que parte de la existencia de una desigualdad estructural entre hombres y mujeres”. Es decir, esta perspectiva hace alusión a la idea de que las mujeres se encuentran en una posición de desventaja como consecuencia de la estructura patriarcal que se les fue impuesta.
Partiendo de este punto, no cabe duda que las mujeres sufren mayores consecuencias por la escasez del agua, empezando por la cuestión del tiempo. Esta se refiere a que en México, las mujeres son las responsables de recolectar agua en el 80% de los hogares que no cuentan con acceso a esta, además de varias tareas en relación al agua, como las tareas domésticas. Al no contar con agua corriente, el autoabastecimiento de agua consume mucho tiempo y energía, por lo que estas mujeres pierden la capacidad de realizar otras actividades importantes para su desarrollo, como trabajar o estudiar, perpetuando la desigualdad estructural.
Ahora, al escuchar sobre perspectiva de género tenemos que ver más allá de lo que podemos percibir a simple vista, porque a pesar de que problemáticas como la crisis del agua sí tienen consecuencias negativas para hombres y mujeres, no se puede alcanzar una solución que nos beneficie a todos sin antes aceptar la existencia de una desventaja estructural para las mujeres.
Fuente: EL SOL DE MÉXICO