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viernes, abril 19, 2024

MAGDALENA APASCO, ETLA, Oaxaca.

Retomar la siembra de una planta que en la época prehispánica era el alimento primordial de las culturas antiguas, en tiempos crisis ambiental, económica y de salud puede convertirse en la forma de sobrevivir en un campo que cada ciclo agrícola se seca más.

Hace un año que Miguel Chávez Santiago se aventuró a sembrar nopal en una de sus 12 hectáreas, “todo mundo” en este municipio de los Valles Centrales le decía “que no funcionaba”, pero nadie lo había intentado, mucho menos intercalado con otros cultivos.

161 productores

Miguel puso los ojos en una planta icónica para México, pero que en Oaxaca se siembra cada vez menos. El Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), identifica que en 2009 se sembraron un millón 383.7 mil hectáreas, pero para el 2019 apenas aparecen 144 hectáreas.

El Atlas Agroalimentario del Estado de Oaxaca publicado por la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Pesca y Acuacultura (Sedapa) reporta en 2019 una producción estatal de 284.47 toneladas de tuna, ni el uno por ciento de la producción nacional que supera las 470 mil toneladas.

En la producción de este cultivo participan alrededor de 161 productores de 13 municipios, principalmente Ayoquezco de Aldama, Santa Gertrudis, San Pedro Apóstol, Tlacotepec Plumas o San Pedro Mártir, pero Miguel aún no entra en las estadísticas.

Superar la contingencia

Entre las parcelas, la contingencia por la COVID-19 se olvida, la preocupación es otra: que llueva lo suficiente para que el maíz de temporal resista a la sequía y tener alimento suficiente para consumir y un excedente para comercializar.

La faena diaria se hace en solitario. La mano de obra viene del propio productor y su familia. No hay pago por el trabajo en el campo.

Si bien llueve, un productor puede recuperar lo invertido en la siembra y sacar esa ganancia que lo capitaliza, pero sobre todo le da el ánimo de volver a sembrar.

“Tenemos otros ocho o 15 días para que caiga una buena lluvia, si es así, la milpa alcanza a salvarse, después ya no”, relata esperanzado y a la vez con incertidumbre Miguel, un hombre adulto que creció aprendiendo a trabajar en el campo.

En este municipio, la mayoría de hectáreas cultivables las dedican “a sembrar puro maíz”, pero la sequía complica que la tierra produzca lo suficiente, una explicación al abandono del campo.

Los nopales en estos campos son silvestres y han demostrado que a pesar de la adversidad que acompaña a la sequía, son capaces de florecer y producir tunas.

Fuente: Inforual.com

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