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jueves, marzo 28, 2024

El aguacate y las emisiones

El aguacate es un árbol frondoso, primo del laurel mediterráneo; tiene también hojas de color verde oscuro. Su follaje es permanente, aunque en la época seca y en otoño suelta abundantes hojas que renueva permanentemente.

Así pues, es un excelente regenerador de suelo. En Michoacán hemos visto cómo plantaciones recién establecidas en suelos degradados por el reiterado monocultivo de maíz, mejoran la calidad orgánica y el nivel de humedad del suelo.

Eso hace recordar la sabiduría de los coamiles en las comunidades indígenas tradicionales: siempre son cultivos varios integrados de maíz con frijol, calabaza y otras especies, no monocultivos extensos.

Si en ocasiones un torpe manejo de una loma deforestada brutalmente antes de plantar aguacate, ha ocasionado deslaves e inundaciones, eso evidentemente no es atribuible a la nueva plantación y menos a la calidad de los frutales por plantar. Mucho menos a la propiedad o tenencia de los predios.

En los últimos seis años se han deforestado en el mundo 43 millones de hectáreas de bosque natural, según el Fondo Mundial para la Naturaleza: WWF. Pero hay en el planeta deforestaciones de más de siete mil años, en el Viejo Mundo, como consecuencia del cultivo persistente de cereales. Los olivos no reponen el suelo vegetal del mismo modo. Ni las vides.

En nuestro Sureste, la naturaleza tardó mil años en reponerse de la catástrofe ecológica de la cultura maya: por el sistema para el cultivo de maíz de roza, tumba y quema en los suelos delgados de la Península; y ahora ahí vamos de nuevo.

Por otro lado, la tarea ecológica urgente no puede limitarse a la reducción de emisiones carbónicas industriales. La verdadera ecología, a la que todos estamos éticamente obligados, requiere reponer la vida vegetal, que es la base y sustento de la vida de todos.

Las emisiones, como los monocultivos, deben reducirse y racionarse; quizá no sea razonable soñar en su plena eliminación.

Por otro lado, no parece científicamente demostrable que el actual calentamiento global sea precisamente antropogénico, o sea: ocasionado por la acción de la humanidad.

Los geólogos saben que ha habido calentamientos globales y periodos glaciales por millones de años en nuestro planeta, antes de que la especie humana pudiera tener una incidencia relevante sobre el clima.

Los hidrocarburos, a los que hoy de manera poco reflexiva les queremos atribuir males genéricos a la Humanidad entera, son precisamente producto, y no causa, de esos altibajos climáticos del globo terráqueo que gravita rodando alrededor del sol; y no son sólo combustibles para la movilidad humana, sino base y materia prima de una infinidad de utilidades para nuestra vida personal y social.

Lo mismo ocurre con el carbón mineral, que igualmente es de origen vegetal fosilizado; ha servido de combustible y sirve de materia prima de múltiples usos, incluso medicamentos.

Muy de atender la voz del Episcopado Mexicano que “denuncia al sistema neoliberal como responsable de la explotación y depredación de Nuestra Madre Tierra”.

Fuente: MILENIO.

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